El sonido del tacón
sonaba intenso. Andaba a través de un callejón oscuro, siniestro, sin salida.
Lo sabía, pero sus pasos jamás se detuvieron. Cuando llegó al final el callejón
cambió de sentido. Ahora sus pasos apenas eran percibidos. Lo oscuridad se
tornó claridad. Lo siniestro en algo agradable. Supo que había vencido
definitivamente al miedo cuando ante ella se dibujó una calle amplia, llena de
luces, de ruido y de gente.
Desaparecieron las
tinieblas de su mente. Desapareció el dolor de su corazón.
Una lástima –pensaba
ella- ¿Cómo no me he enfrentado a mis miedos un poco antes de ingerir ese bote de
barbitúricos?
La ambulancia hacía
sonar la sirena corriendo a gran velocidad pero ella avanzaba mucho más rápido
hacia la muerte.
Lástima...
ResponderEliminaro ¿no?
Nunca es tarde si la dicha es buena.
ResponderEliminarSe merece ganar esta batalla.