La niña del lazo azul se quedó sola.
Jugaba en el parque cuando de pronto se quedó sin compañía. A escasos diez
metros una veintena de niños intercambiaban juguetes y sonrisas.
La niña del lazo azul lloraba
amargamente. No entendía, no comprendía. La madre la contemplaba apenada.
Quería intervenir pero no podía hacerlo, sabía que salir en su defensa le
acarrearía más problemas. Su niña, su preciosa niña del lazo azul, con apenas 8
añitos, debía darse cuenta de la cruda realidad.
Lo distinto, pase el tiempo que pase,
sea cual sea su aspecto, color o forma de ser o pensar, siempre tiene una realidad
común; la diferencia, la diferencia como accidente que distingue no como
variedad que complementa. Y eso cuesta aceptarlo.
Ha pasado algún tiempo, hoy es la niña del lazo azul la que contempla
apenada a su niña sin lazo jugando sola en el parque.
Tiene tu aroma...
ResponderEliminarBienvenido!!!
Yo hace unos días también tuve que volver... ¡Esta pasión por vivir soñando, me pierde y me hace volver una y otra vez...!
Nos re-encontramos!!! ¡BIEN!
Voy y vengo, recorriendo un camino transitado pero en el que suelo perderme.
ResponderEliminarNo te pierdes, te entretienes...
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