miércoles, 14 de octubre de 2015

La mujer de 38 años que no trabajaba.





La mujer tenía 38 años y no trabajaba. Se levantaba a las 6,30hs, preparaba el desayuno para el marido y sus tres hijos, y una vez todos fuera, lo recogía y volvía a limpiar lo ensuciado. Con todo reluciente salía al supermercado, fuese con sol de justicia o cayendo chuzos de punta, caminaba por los estantes buscando el mejor precio o la mejor idea para dar de comer a toda la familia. No era fácil, a uno no le gustaba la verdura, a otro sólo la carne de pollo y los huevos fritos, eran de poco pescado, de pocos guisos y tragaban a regañadientes la pasta.


Con tantos quebraderos de cabeza al final conseguía un menú variado que siempre iba acompañado de alguna crítica. De nuevo en casa, organizar las compras, frigorífico, verdulero, frutero, congelador… Cuchillos sobre la mesa, pelar ajos, cebollas, puerros, pimientos… el sofrito comienza a emitir el primer chisporroteo. Una olla de caldo va calentándose a fuego lento. 


Las 12hs. Hay que recoger los dormitorios y dar un repasito al cuarto de baño. A las 13:15hs ya está todo en su sitio, hace hueco para tender y poner otra lavadora. Hora de proseguir con el arroz caldoso. 


A las 14hs la comida ya está preparada y a punto de ser servida a la mesa. Los hijos y el marido ya están sentados. Ella va y viene, plato en mano, a la espera de oír ¿Otra vez arroz? Hoy tardan en decirlo, pero seguro, seguro que alguien pronuncia las palabras mágicas. Mamá, ¿otra vez arroz? 


Se pone a cortar el pan. La punta para uno, la parte de más miga para otro, y así siempre, así todos los días, y en medio, alguna discusión sin importancia. El marido resopla, se enfada con el presentador del noticiario, mientras, los niños a lo suyo, cuchara va y cuchara viene, al tiempo que de modo indisimulado, se pican los unos a los otros. La fruta está cortada, hay también yogurt y hasta tocino de cielo.


Los niños andan en sus cosas. El padre ha vuelto al trabajo. Ella, en la cocina, limpiando, fregándolo todo, hasta dejarlo otra vez como una patena. Cuando acabe le espera el comedor, un barrido, un fregoteo y luego dos horas de plancha. Zurcir algún calcetín o coser algún botón. Cuando mira el reloj son las 18:30hs y alguien reclama su merienda. Pone la televisión y  dedica media hora de su día a la telenovela. En el primer cuarto de hora le han interrumpido dos veces. Hay que ponerse a buscar el cuaderno de mates que el más pequeño no lo encuentra porque no sabe dónde lo ha dejado. Busca el cuaderno, lo encuentra, y cuando regresa, su telenovela está ya en los créditos.


La cena, ahora la cena. Nunca todos a la vez, cada uno a una hora distinta. Siempre algo sencillo; hamburguesa, tortilla francesa, o un sándwich. El padre ya está en casa, tumbado en el sofá, con una cerveza y un plato de aceitunas, viendo la clasificación de España para el europeo. ¿Quieres cenar? –pregunta ella sabiendo que la respuesta sería si- Bueno, pero poca cosa, córtame un poco de queso, si acaso –responde él mirando la repetición de la última jugada con una gran parada de Iker- 


A las 21:30hs todo vuelve a estar en su sitio, todo limpito y todo recogidito. El partido de fútbol parece que no acaba nunca, y cuando lo hace, ella está cansada y decide acostarse. El marido se queda porque quiere ver el resumen con las mejores jugadas. Eso significa que la selección ha ganado. Buenas noches –dice ella- estoy cansada. Te espero arriba. ¡Vale! –contesta él sin mirarla-


Cuando él decide acostarse son las 23:00hs. Ella duerme. Él  la despierta, así, sin querer queriendo, como el que no quiere la cosa, arrimándose a ella, como reclamándole tareas inherentes al contrato matrimonial. Ella recurre al ronquido artificial, a ver si esta vez entra al engaño…


Desde luego, no sé tú, pero hay muchos hombres que piensan que si las mujeres trabajaran ellos no serían tratados de esa manera.

2 comentarios:

  1. ¡Madre mia!
    Prefiero morir que perder la vida...
    Estoy agotada solo por leerlo, y de nuevo, te sales en las descripciones...
    La foto me recuerda a las latas del cola cao metálicas, mola.
    Yo si fuera tu prota, saldría a comprar tabaco...

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