lunes, 19 de diciembre de 2011

Historia de un amor



Noche de muertos. Año 1970. En Veracruz, frente al puerto, la cantina lloraba ausencias. Una botella de tequila en una mano y en la otra un pistolón. En bandolera, una canana repleta de balas. Camiseta escotada dejando a la evidencia unos senos tostados y turgentes. Vaquero ajustado. Botas de montar con las espuelas manchadas de sangre. Mujer bella. Caderas anchas. Sobre la cabeza, un sombrero charro que escondía un mirar triste. Ojos de un verde intenso; como la obsidiana. En un viejo tocadiscos sonaba la voz del añorado Pedro Infante. El característico sonar del vinilo embellecía la hermosa letra: “es la historia de un amor como no hay otro igual, que me hizo comprender, todo el bien y todo el mal, que le dio luz a mi vida, apagándola después, hay que vida más oscura, sin tu amor no viviré…” Sonaba una vez, y otra, y otra…

Ella esperaba al hombre; a cualquier hombre. Alguien dispuesto a llenarle el cuerpo de alcohol y babas. El cantinero se subía la bragueta entre sonrisas. Cinco clientes esperaban su turno. Mezcal o tequila. Ese era su precio. Se entregaba por despecho a un amor no correspondido.

Aquella noche de muertos, de espíritus vivos en Mictlán, de banquetes mortuorios festivos por todos y cada uno de los rincones, iba a teñirse de un intenso color rojo. En extramuros, seis hombres armados se acercaban. Antes de entrar en la cantina hicieron tronar repetidamente sus armas de fuego. En el interior, con la inigualable voz de Pedrito Infante a todo volumen, seguían bebiendo sin parar. La mujer, dando tumbos, se acercó a un cliente nuevo que se había sentado al fondo del local. A pesar de su estado ebrio le reconoció al instante.

¡Miguel! ¿Qué haces por aquí? –preguntó ella-

Beber, Adriana, beber y olvidar.

Miguel era el cuate del hombre que la había despreciado. Miguel, además del mejor amigo de ese hombre, fue la persona que siempre la quiso. Furtivamente; a escondidas.

Invítame a una botella y tendrás esto. –dijo Adriana señalando con gesto grosero su maltratada intimidad-

Déjame; te ruego que me dejes tranquilo.

Los seis nuevos clientes cantaban sin parar “Las mañanitas”. Uno de ellos, un bastardo hijo de la chingada, sacó su revólver, y de un solo disparo, acalló la voz de Pedro Infante. Y siguieron cantando. Rodearon a la mujer. Ella sonreía, bebía y vomitaba al tiempo que exigía su botín; una botella por cada uno. Estaba en estado semiinconsciente. Se negaron, la golpearon y fue arrastrada al suelo. Allí arrancaron sus ropas y comenzaron a vejarla. Mientras uno la sujetaba otro la poseía. Fue sodomizada al tiempo que los puños iban marcándose en su cuerpo. ¡Pásele una probadita mano! –decían entre risas- De repente, del fondo del local, apareció Miguel.

Con voz enérgica ordenó a los seis indeseables que dejaran a la mujer en paz. Ellos rieron. Sacaron sus pistolas y acribillaron su cuerpo a balazos. Miguel estaba desarmado. Minutos después la taberna quedó vacía. Adriana se recompuso como pudo y llegó a sentarse en el mismo lugar donde momentos antes estuvo Miguel. Sobre la mesa había una carta dirigida a ella. La cogió, la guardó y se encaminó hacia la calle. Nunca volvieron a verla en aquella taberna dónde un día sesgaron la voz muerta de Infante y el cuerpo inocente de Miguel.

Han pasado más de 30 años. Adriana reside en un centro psiquiátrico. Vive alejada de la razón pero su corazón palpita cada vez que lee la carta de Miguel, un hombre, su hombre, al que solo amó después de su muerte.

1 comentario:

  1. Ah Ah Ah Ah!!!
    ¿Pero es 25 de diciembre? ¿no? Pues Papá Noël se ha adelantado 4 días...
    Me siento la "niña" MAS FELIZ DEL MUNDO porque he recibido el regalo MAS deseado:
    Leer a mi Manuel, de mi vida y de mi corazón! El mejor escritor de habla hispana de l mundo mundial!!!!

    Estoy más feliz que una perdiz!!!

    Gracias. Tu arranque en Blogspot es FANTASTICO! No podía ser de otra manera... tu no escribes, majete, tú bordas con palabras.

    Al leer tu descripción de Adriana, se me ha parado el corazón, porque pensé que me retratabas: bella, anchas caderas, mirada verde... pero no... jajaja

    Me has trasladado a México en primera clase...

    Me voy VOLANDO a seguir leyendo...

    BESOS y MIL GRACIAS-

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